martes, 15 de mayo de 2018

LA NOVELA en mayúsculas

¿Cómo escribir la novela perfecta?

Podría resultar sencillo plantear un estudio para la creación de la novela perfecta, la "best seller", la novela universal.
Tenemos, de hecho, ejemplos en nuestra literatura que nos guían hacia ese camino. "El Quijote" de Cervantes o la obra de Shakespeare bien podrían ser ejemplos de lo que uno debe hacer para ser leído.
He puesto dos ejemplos de autores en realidad bastante diferentes. El uno, con una sola pieza considerada "universal" entre sus creaciones, no fue conocido (o más bien, reconocido) hasta después de su muerte. El otro, por su parte, permanece desconocido bajo un seudónimo y unas cuantas (muchas) grandes obras de las que cualquiera ha oído, al menos, hablar.

Sin embargo, autoras como Pizarnik o Silvya Plath describieron en sus diarios la frustración por no ser capaces de alcanzar la meta de (casi) todo escritor: la creación de LA NOVELA.
Factores como la inconstancia o la búsqueda del tema adecuado las llevaron a morir sin llegar a escribir su tan ansiada novela.
Por otro lado, podemos observar en la literatura diferentes tipos de autores que han sido reconocidos por sus obras con características muy disonantes: unos, con una obra extensa entre la que se reconocen quizá uno o dos títulos debido a su excelencia. Otros, como Chirbes (por mencionar a alguno) con una creación literaria reducida (en cuanto a número, no calidad) de cuyas obras podemos extraer gran parte de la vida de un pueblo entero.

Y, de esta idea me surge una pregunta más: ¿cuál debe ser la función de la literatura? Si bien es cierto que las novelas se distribuyen en cuanto a género literario (y los hay, en la actualidad, muy diversos), ¿qué es lo que hace que una novela sea excelente, atemporal y, al fin, única?

Durante años la lectura ha servido a modo de aprendizaje, y el menosprecio hacia las obras literarias se daba precisamente por su falta de credibilidad, por mostrar al mundo la imagen de un universo inexistente. Ideas fuera de la razón que para quienes estudiaban la literatura podían "confundir" al lector y hacerle creer falsas posibilidades de realidad.
Sin embargo, esto se convirtió con los años en la base de la literatura: la novela debía servir para abstraer al lector, para evadirlo de un mundo demasiado cruel y sumergirlo en otro que diera cabida a las ideas más extravagantes.

Así, podemos encontrar en la actualidad desde novelas densas de carácter didáctico a la vez que entretenidas (novelas realistas) hasta la más pura ciencia ficción en la que el mundo debe ser transformado al máximo para evitar cualquier parecido con la realidad.
Encontramos, también, diferentes tipos de lectura en tanto que extensión, lenguaje o pensamiento político.

¿Cuál es, entonces, la novela perfecta? ¿Es aquella que te permite conocer el mundo tal como existe y hacerte partícipe de todas las realidades, o por el contrario la función de la literatura debe ser precisamente la abstracción de ese mundo que ya conocemos para adentrarnos en otros completamente diferentes?
¿Es la buena lectura aquella que podemos terminar en quizá apenas una o dos horas y nos deja con buen sabor de boca, o por el contrario debe ser extensa para asegurar un lector aplicado y consciente de lo que está leyendo?

¿Cómo sería, entonces, la novela perfecta?

Cuando ya no queda nada

¿Cómo se hace uno responsable de su nada?
La sociedad de lo imperturbable yace dormida (o quizá muerta) desde hace años. Tal vez por eso ya no nos sorprende ver muertos tras la pantalla y son sólo un recurso mediático para ganar audiencia. Sin embargo, creo que, a pesar del mundo del mañana lleno de efímeros, de pasatiempos, de "ahora sí, pero luego, ya no sé", permanece lo inmutable.

Siento que sólo la muerte es estable, que no puede cambiar de estado o posición. Y, aún así, también la muerte parece pasajera en estos tiempos. Entonces, ¿qué sucede cuando no sucede nada?
Parece una falacia, y quizá lo sea, decir que no pasa nada en un mundo en movimiento continuo. Porque puede que hasta la nada se convierta en algo cuando la nombramos. Pero a veces, más a menudo de lo que pueda creerse, no pasa nada.

Se emborronan las líneas escritas hace décadas y los recuerdos se desvanecen como si el presente hubiera decidido que el pasado "ya no existe". ¿Hasta qué punto desaparece algo cuando dejas de nombrarlo? Las causas de una herida pueden ser claves en los sucesos que la siguen. Así, el pasado continúa formando parte de presente aunque no se dé de manera inmediata. Y continúa inmutable en su mutabilidad de consecuencia respecto al hoy, al ahora.

No pasa nada. Pero hasta cuando nada pasa, ocurre algo. ¿Cuáles son, pues, las consecuencias de la nada?

Quizá algún día sepamos comprender el silencio e impasibles, sostengamos nuestra nada eterna.