sábado, 12 de octubre de 2019

Honrar a España

España no será mi España hasta que no deje de celebrar a los muertos,

y empiece a honrarlos.

Pero cómo honrar si ni siquiera podemos tener a los nuestros en casa

si las cunetas aún están llenas de vidas de familias enteras

de historias enteras enterradas en tierra sucia.


Cómo honrar si celebramos la historia por el número de muertos,

de "conquistas"

de asedios y masacres

porque es eso.


No es la unidad de España lo que celebra.

Hace mucho que España no está unida.


Es la victoria lo que se anuncia en el día

la noche la reservan para recordar a sus muertos

los vencidos.


Yo no veo a Hispanoamérica celebrando este día

porque sería

como aceptar que la guerra fue justa que los vencidos siempre fueron esclavos que los colonos siempre fueron de ayuda.

Porque sería como decir en voz alta que sus muertos no valen nada

que era lo justo

un imperio contra un pueblo desarmado era lo justo.

¿No os suena?

Un ejército contra un pueblo desarmado

que impone órdenes - consejos-

a golpe de pistola.


Lo justo.


Sigan celebrando la guerra

yo les espero por si algún día deciden honrar a los muertos.


lunes, 25 de febrero de 2019

27 corazones

En mi clase hay 27 alumnos.
Una se llama Laura, otro Carlos,
otro Martín.
No todos tienen sueños, algunos son dueños ya de la tristeza.

En mi clase hay una niña demasiado inquieta,
un chaval demasiado blando
una clase demasiado grande.

Hay 27 corazones en mi clase.
Unos están creciendo, otros se rompen
yo los veo desde lo lejos y no puedo
hacer nada.

Una tiene hipotensión, otra miopía,
otro ha crecido demasiado rápido y no entiende el mundo.
Cómo decirles
que el mundo no hay que entenderlo,
hay que cuidarlo
hay que cuidarse.

Cómo explicarles que lo herido no está roto que la herida a veces no se cierra.

Yo los miro y pienso 27 historias
que no son mías.
Yo los veo y siento 27 veces y no entienden
que amor no significa otro que a veces no significa nada
que a ratos significa todo.

En mi clase hay 27 historias que nunca podré contar.
Uno se llama Sergio, otra Claudia, otra Inés.
Yo los miro y asiento, y me siento, por fin, en mi lugar.

Quiero seguir leyendo,
prometo estar atenta.