martes, 7 de abril de 2015

Soledad

Te echo de menos.
Cada minuto, cada segundo
se me hace eterno.

Te echo de menos.
No estás conmigo, y sin embargo,
no estás tan lejos.

Es diferente.
Ya no estoy sola, le tengo a él.
Pero no importa.

¿Por qué?
¿Por qué permaneces en mí,
mi dulce rosa?

Me haces sentir que al fin te has ido,
pero no es cierto.
Me haces creer que han terminado
mis sufrimientos.

Mas cada noche, al acostarme,
vuelves conmigo.
Y cual fantasma, me haces sentir
que eres mi amigo.

Oh, soledad, vuelve conmigo,
o desaparece.
Pues hasta el ser más cruel -véase yo-
la claridad merece.