Duele.
Cada paso que da duele.
No son sus pies.
Duele el frío que se inyecta cual veneno.
Sangre helada.
Congelada.
Su corazón da un último suspiro.
y grita.
Clama socorro pero su voz es débil
(o está silenciada).
Quizá si el sonido de las bombas no estuviera.
Si las metrallas hicieran menos ruido.
Si los muertos lloraran más bajito.
Duele.
Duele cada paso que da
Intentando (sobre) vivir.
Duelen las piernas,
que no pueden dejar de buscar
y no encuentran
un apoyo.
Porque en todas partes son mal recibidas.
Porque ahora están en tierra de nadie.
En tierra de nadie.
En tierra de nadie.
Porque su tierra ya no es suya.
Se la han robado.
Duele la garganta que ya no emite sonido.
Porque su fuerza se ha perdido en el vacío del mundo.
Porque han transformado su lucha en un vacío en el mundo.
Como si no existieran.
Como si no existieran.
Como si no existieran.
Son estados sin nación;
con una nación robada.
No, son personas sin tierra.
Con una tierra usurpada.
Han robado sus casas
las han destruido.
Han invadido sus pueblos
los han expulsado.
Los hemos asesinado.
Y ellos siguen construyendo escuelas al norte de Gaza.
Y continúan plantando olivos en campos desiertos.
Siguen luchando cada mañana para ir al colegio,
Y juegan con trozos de tierra de nadie.
Y miran el sol.
Y sonríen.
Quizá algún día entendamos que ellos son los héroes.
Y que sin bombas destruyen cadenas de odio y destrozan el miedo.
Quizá algún día entendamos que somos todos hermanos.
Y mientras
Seguirán muriendo.
Seguirá doliendo.
Seguirá doliendo.
Aunque no pase en Europa
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