El caos inunda el vacío
de rostros carentes de mentes ilustres.
El caos, que dibuja, a lo alto, en las nubes
piscinas repletas de sangre inocente.
Desiertos que lloran
arena en las plantas
y matan recuerdos.
Y matan.
Y matan.
Dos niños pequeños que juegan absortos
dos mentes que gritan y piden socorro.
Y mueren ahogados en llanto
a manos de otros.
Y mueren pequeños.
Y mueren.
Todo es cruel, al parecer,
y el cielo clama justicia
sin respuesta.
Y tiembla el mar, como si nada pudiera volver a su curso.
Pero, a veces,
sale el sol
y llueven atardeceres.
Y entonces
nadie llora de pena y los poetas cantan.
Y los niños, juegan
a ser
niños.
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