viernes, 20 de octubre de 2017

¿Sabes?

Sabes a café por la mañana un día de lluvia;
de esos que apetece manta y peli
(pero a tu lado).

Sabes a un trayecto interminable
de palabras
que ruedan por tu boca hasta llegar a mi ombligo.

Sabes a recuerdos de limón
y a lágrimas de fresa.

Sabes a cisne enjaulado en una celda de cristal
que vive su última cena como si fuera un niño.

Sabes a bambú en medio del bosque, libre, móvil, verde vida.
Sabes a vida.

Y tu rostro me recuerda a un mar aséptico
hasta que doy con tus ojos, y descubro, anonadada,
que hay tormenta en tu interior.

Sabes a luciérnaga.
A luz que ilumina, que no quema,
que ilumina tus caricias,
que atraviesa mis palabras por cada rendija que dejo abierta.

Sabes a luminiscencia.
Sabes a luz.

¿Pero sabes?
Todo eso lo recuerdo, no lo sé.

Creo que he sentido el perdido del gusto.


Coup de folie

Passent les années
Coup à coup.
Coup de folie.
Folie qui casse les paroles
et hurle le vent.

Et toi
qui ris comme un jeun vieilli;
qui pleures comme un vieux souvenir enfantin.
Deviens réminiscence.

Et l'oubli ébranle tes entrailles,
pleines d'eau,
pleines de rien,
inertes.

Inhérent au son de la mer frappante.
Inconscient du mal qui t’attrape.

Coup à coup.
Coup fou.

Coup de folie.

La nature me parle de toi

La nature me parle de tes yeux verts
et tes cheveux du soleil.

Elle me dit que ton esprit s'envole avec le vent
et ton corps reste avec les animaux sauvages.

Elle me parle de ton cœur,
et quand tu ris
elle ne peut faire autre chose
que se rendre à tes pieds.

Elle me parle,
et alors, je comprend que la nature
me parle

de toi.

La chica de los ojos grises

Tenía los ojos del color de las cenizas
(puede que en su interior no dejara de arder).

Era fuego y tormenta al mismo tiempo;
un corazón inquieto,
un alma pura
(y rota).

Las voces le decían que todo estaba bien,
pero Troya tampoco esperaba su derrota.

Y cayó.
Como un acantilado de palabras sin avisó.
Calló.

Como un paracaídas corroído por el sol.
Como cae la lluvia,
muda.
Pero como lluvia,
inquieta.

Tenía los ojos del color de las cenizas,

reflejo de su interior que no dejaba de arder.