Recuerdo
cómo me miraba. El erotismo de sus ojos me obligaba a hacerlo, pero no podía,
debía mantenerme en una buena postura. Hasta que un día, por fin, su mirada me
dijo: ‘Adelante’ La miré, y la besé cómo nadie antes lo había hecho. Y ella, con una sonrisa en los labios, me dijo: ‘Te
amo pequeña’.
Ella
jamás olvidaría aquella noche, y yo, yo jamás la olvidaría a ella.
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